La pandemia de COVID-19 ha paralizado muchas actividades mundiales. Científicos y funcionarios gubernamentales han trabajado intensamente entre bastidores para pronosticar la propagación y el crecimiento del virus desde que se presentaron los primeros casos observados a la Organización Mundial de la Salud (OMS). A medida que el virus se propagaba desde Asia y Europa a Estados Unidos, las predicciones de los modelos sobre el número de infectados en Estados Unidos se vieron limitadas por la cantidad de pruebas disponibles y los criterios limitados para realizar pruebas a pacientes críticos.
