Algunas tecnologías son intrínsecamente atractivas. Tomemos como ejemplo la inteligencia artificial. Es probable que domine la gran mayoría del trabajo basado en procesos en los próximos 15 años, desde la conducción de vehículos hasta la negociación en bolsa. De hecho, esta tecnología podría transformar el mundo empresarial y más allá, más que cualquier innovación anterior, y existe una narrativa mediática aparentemente interminable en torno a su potencial.
Cuando se trata de tecnologías como esta, las empresas suelen estar dispuestas a sumarse rápidamente. Los líderes dedican tiempo y recursos a considerar cómo aprovechar al máximo esta tecnología para mejorar su organización, y ciertas industrias, como la manufacturera, ya han adoptado con entusiasmo la transformación digital y la tecnología de automatización. Un estudio reciente realizado por Pod Group, proveedor de plataformas, software y servicios de conectividad para el Internet de las Cosas (del cual soy presidente), reveló que, en respuesta a la COVID-19, casi dos tercios (63%) de los líderes empresariales esperan que sus compañías aceleren los planes para reemplazar los procesos realizados por los empleados con tecnología de automatización.