Hoy en día, añadió Sirota, las empresas tratan los objetos físicos, como portátiles y teléfonos, como activos tangibles que protegen mediante la seguridad física y la gestión de inicios de sesión, pero también mediante la gestión de activos, lo que permite detectar pérdidas o usos indebidos. Los activos digitales deben gestionarse como activos físicos, explicó a SC. «Esto aplica a la propiedad intelectual y, en especial, a los datos de identidad de clientes o empleados. Al replantear la protección de los datos, las organizaciones tendrán mayor visibilidad y control sobre cómo se accede y se utiliza el activo».
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